domingo, 26 de diciembre de 2010

la última noche que vomité

La cosa venia picada y no precisamente una fruta podrida
encontrada en un árbol, eran mi hígado y mi cabeza que
se encontraban en la puerta de aquel viejo edificio, en
un barrio del que supongo que era Recoleta o Retiro,
cerca de la Avenida 9 de Julio. Domingo desde la raíz,
perdido y sediento como esquimal en el desierto, antes
de comenzar a saludar a la gentusa ya instalada bebiendo, colocaron
en mis manos previamente una lata de cerveza en mi mano
y para mis adentros pensé: " en el caso de que cada puerta
que atraviese sea otra bebida, al salir, tendré que devolverlo
todo como retribuyendo algo del líquido prestado y cuando
digo devolver no hablo de dar, sino de vomitar
", ese
era uno de los tantos miedos que se instalaban en mi cabeza
a la hora de beber, ¿vomitaré o no vomitaré?, esa no es la cuestión,
¿me embriagare?, ¿celebraré?, era algo de las tantas cosas por
hacer. Planteos filosóficos que ya fueron superadas, ya que
últimamente, puedo beber sin parar y no pestañear, es feo, ojalá
no les pase, hay que gastar mucha guita.
Revolviendo la heladera, por accidente (fatal), Guido encontró un
Absolut Vodka HELADO, y quien le suceda de poder beber todo excepto
UNA cosa y cuando lo intente hacer ESTA le desvirtúe la noche, sabrá
de qué estoy hablando. Pero bueno, imaginemos un edificio si antes no
hemos visto un ladrillo.
Comenzamos a beber, un poco de Vodka solo, otro poco de Vodka con Licor
de Melón y de a poco pude ver como me convertía en un pulpo del alcohol
en vasitos de plástico, faltaban cuatro más y lo hubiera sido. El cosquilleo
comenzó a ser una realidad y la adrenalina de ver tanta gente y querer delirarla
se volvía algo incontrolable, pero debía portarme bien, eso es lo que decía el de anteojos y barba de la entrada, pero mi
instinto alcohólico y la otra bendita mala influencia conocida con el nombre de
Guido, provocaron en mi una mezcla infernal. Comenzó de esta manera si bien recuerdo, en la heladera había muchos imanes pequeños o grandes, de fondo
negro con letras blancas en los cuales había una palabra, no recuerdo
qué exactamente, pero todas decían algo; con Guido comenzamos a hacer frases
graciosas, a todo esto estábamos los dos solos en la cocina tomando ese
delicioso vodka y toda la gente reunida alrededor de una mesa vacía sentados
en sillones con su típica conversación freak en la cual se disputa quien es el más raro, pero raro en el sentido de boludo queriéndose pasar por un inteligente
con autoridad que la ejerce detrás de sus anteojos cuadrados de 2x4, fumando
cigarrillos armados, viajando a lugares caros y vistiendo ropa cara. Pero no es más que gente que habla cosas que en la vida podrá vivir o le alcanzara la testosterona para realizarlo. Esta gente y su charla, no me interesaba y por lo visto a Guido tampoco, éstos extraños de billetera gorda se fueron acercando curiosos de ver
nuestros delirios y ver con sus propios ojos personas de carne y hueso que hacen
lo que ellos leen en los libros, escándalo. Reíamos a carcajadas sin ningún sentido, cuando un mago se interpuso en mi camino y le pregunté qué tomaba, me contestó en un tono medio raro: Licor de Café, Vodka y leche
entonces le pedí que me prepare uno. No se si hizo ese truco del humo para desaparecer o qué, pero hay un blanco, luego recuerdo entrar y ver el típico juego de que cada uno toma apurado una pequeña medida de vodka o tequila en su defecto para obtener un giro mental de trecientos sesenta grados. La cuestión es que yo entraba a la cocina, ya un tanto tambaleante y con las palabras que se resbalaban porque algo llamado Vodka se había encargado de pasar el trapo a mi lengua, y cuando alguno estaba por beber robaba su vaso y tomaba, dos... tres, ellos pedían mas, tome algo de cinco. Luego recuerdo también haberle tirado algo por la cabeza a la novia de alguien que según dijo había trabajado para el gobierno y que la Sra. Cristina Fernández le estaba robando sus derechos como ciudadano o algo así.
Pero más recuerdo buscar a Guido, encontrarlo en el patio y decirle algo como:
"Creo que ya está, tendría que volver a casa", no sé que me contestó algo balbuceó y creo que yo también algo como "voy al baño". La noche se hizo humo, había caído en la trampa del mago, desaparecí por completo, hasta que de pronto despierto transpirado (en pleno invierno) a las 10:30 a.m. justo a la hora en que tenía que despertarme para almorzar con mi abuela.
La situación que descubrí al poner un pie fuera de la cama fue la siguiente: Había una botella de agua muy cerca de mi almohada, la cama toda revuelta, un frío que arrancaba la piel y solo los calsonsillos combatiendo con el invierno. Cuando intento ir al baño a bañarme, para luego decidir que no lo iba a hacer que me encontraba bien y regresé a mi habitación a ponerme el pantalón pude ver unos salpicones de algo que parecía vomito, en las zapatillas también y pensé "que fisura, quien carajo me habrá vomitado, que pelotudo". Entonces, mi celular comienza a sonar... pri... prip-prip-prip... tzum tzum -vibración, vibración-.
-Hola...
-Eh ale, ¿como anda eso, te sentís bien?
-Buenísimo, sabes que ni con resaca me levante loco.
-Uy mirá que loco ¿y te acordás que hiciste ayer?
-No tengo ni la más puta idea, pero estuvo bueno... Tome mucho.
-Uy... nooo. Chabooon, vomitaste todo, hiciste un desastre, empujabas
a todo el mundo, gritabas, después Guido me pidio que le sirviera Vodka
con melón, se lo tomó de un trago y el vaso lo tiro en la entrada del
edificio al lado del portero...
-JA JA JAAAAAAA que buena onda
-No que buena onda no... "El Pana" tuvo que limpiar todo...
Bla bla así siguió y no le presté atención. Pero, en algo tenía razón,
había sido una noche rocker.

1 comentario:

  1. JAJAJKAJAJAJAAJJAJ chabon sos un limado xD
    a mí me pasó lo mismo.
    Muy copado cómo lo relataste.

    cuidate che.

    pinku.

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