martes, 26 de abril de 2011

tu saco tiene olor a muerte

La casa se agita
y la razón también
los espejos se
volvieron ciegos
las paredes mienten
al contar secretos
el teléfono
ya no escucha
solo habla.
Se serena el balcón
con el frío de la noche
pero adentro
convive un ciclón.
Entre las sábanas
revueltas encontré
un nido de viejos
amores, los cajones
repletos de monstruos
y los discos que
repiten la misma
melodía una y otra
vez, en una noche
fría, paranoico y sin
consuelo, soñando
a través de la ventana
cruzar el cielo
esquivando estrellas
recorrer todo
el espacio
y serenarme en tu pecho.
La casa implosiona
y las cañerías
declaran la guerra
y la grifería,
tan acostumbrada
esta. ¿Y qué conviene,
qué locura esa de
andar preguntándole
a aquella biblioteca
donde está la solución?,
saldría corriendo a su
encuentro.

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