Infinitos cien metros,
tan aspero como el
asfalto el viento
acariciaba la frente.
Amada y tranquila
soledad de manos
en los bolsillos,
silbando, atravesando
el infinito vacío.
Como una flecha
que ilumina la
noche del mundo
interior, hay
algo mas allí,
todavía sigue vivo
nada puede con
aquello cuando
se fusiona con
lo objetivo.
Manto oscuro
que se corre
minuto tras minuto
mientras se acomoda
la bombilla gigante,
mientras alguien
sigue pulsando
play a esta vida.
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