me conquistaron esa noche,
cuando entre al bar
y te pedí el whisky,
tus ojos que lagrimeaban cocaína
tu manera de hablar frenética
los electroshocks de la silla
el piso de madera de tu casa
y las botellas vacias
el paisaje que ofrecía tu balcon
tus piernas
.
.
.
me escondía cuando volvía
de las sombras que me acompañaban
y del perro
que por poco y se acostaba conmigo
volvía la calle a ver el sol
para no llenar la habitación ajena de humo
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