Cuidaba tanto las pastillas,
tenía bien en claro lo que
era no dormir. Sabia que
pasandose con ella iba a
tener que recurrir a la
rosa, aquella que vive
en Chero pegando la vuelta.
Con todos los recaudos
sale a la calle a matar
con cintas rojas,
fallando con el ritual
se olvida las hojas
dandose cuenta diez
cuadras después que
se estaba comiendo los dientes.
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