martes, 13 de julio de 2010

la boca

8.30 p.m. ya estabas lista para retirarte de tu trabajo,
tomabas mi mano y juntos caminábamos saludando a los
demás trabajadores, mientras nos dirigíamos a la puerta
principal que daba a la calle Brandsen.
cruzábamos la vía del tren, subíamos y bajábamos
los escalones de las casas vecinas, abrías la puerta del
conventillo y recorríamos el largo pasillo para subir las escaleras,
dejar las cosas, mientras sacabas de tu cartera el dinero
para comprar la cena. me gustaba comer salchichas con ketchup,
entonces me llevabas al quiosco y pedías dos, elegía
un postre y agarrabas una coca-cola. volvías a abrir la
puerta a recorrer el pasillo y entrabamos en la habitación,
ponías los vasos y las servilletas, acariciaba al gato
mirando la tele, lavaba mis manos y ya estaba listo para
comer.
terminada la cena charlábamos no recuerdo de qué, era muy
pequeño para recordarlo, llenabas una botella que tenía, con
detergente y pasaba el rato haciendo burbujas, mientras ordenabas
el dormitorio. pero siempre recuerdo a ese gato
negro, que cuando nos acostábamos a dormir en tu cama
me tapabas, el se acostaba en mi barriga y ronroneaba hasta
entrada la mañana, nos despertábamos, salíamos de la habitación,
cerrabas ambas puertas, saludabas a la vecina que preparaba
el desayuno para sus hijos, volvíamos a cruzar la vía, de
nuevo en tu trabajo y yo observándote esperando que sean
las 10 a.m. para ir a la piscina del club, hasta el mediodía
que preparabas mi almuerzo y en una reposera ponías una
almohada y dormía hasta las 5 p.m. y luego pasaba
a buscarme mi padre para volver a mi verdadero hogar
y yo contaba las horas para verte nuevamente al otro día.

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