sábado, 17 de diciembre de 2011

entre aguirre y loyola, me cerro la boca

Yo no te conté nunca sobre aquella tristeza
que a veces me hace cosquillas en los párpados
cuando intento chocar mis pupilas contra las tuyas,
son como ganas de llorar sin ganas de seguir
siendo parte de la acumulación/represión
y no ser un algo tirado en otro cajón del inconsciente.
Yo no conté las lágrimas que abandonaron el penal
cuando te escribí esa poesía, la única que me se
de memoria, la que entre beso y beso me pide
que te recuerde una frase. Ni te quiero comentar
acerca de mi nerviosismo que quizá a veces
se disfrace de una risa delirante desesperada
y ganas de salir corriendo y perseguir ese colectivo
que nunca llega a la madrugada.
Yo no te conté, sin embargo, el alivio que sentí
el que no te supo botonear el vientito de la siesta
que empuja la cortina en el momento que apoyo
la cabeza en su seno izquierdo y vos como conociendo
el movimiento, abrazas mi cabeza, me das un beso
me miras, me rascas la cabeza y te reís del vaivén
de la cortina porque crees que quizá algún obrero
pícaro te este espiando.

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